Las vidas de muchos niños siempre han sido una fuente de inspiración para grandes cosas y buenas causas. La belleza interior y la inocencia que caracteriza el período de crecimiento de un niño han servido como guía para muchos pintores famosos, escritores excepcionales y excelentes compositores, entre otros. La muerte de uno de estos hermosos niños produce un vacío y una profunda tristeza en aquellos que tienen que lidiar con esa pérdida. A veces uno nunca se recupera, pero en otros casos, se pueden hacer actos maravillosos para mantener viva la memoria de un niño, y al hacerlo, los que sufren se vuelven alegres y bondadosos. Cuando Mario Antonio Pérez Tapia (MAPET) falleció en 1988, con solo un año de vida, su familia se comprometió a mantener viva su memoria a través de actos que mejorarían las vidas de otros niños, y así vivir a través de ellos.